Primero fue la molécula
fértil, creadora de vida,
aquella que multiplica con frenesí la floresta
el soplo de vida de la raza humana,
los animales y los insectos,
la piel, que envuelve los huesos
las piernas, el vientre .
Bajo su lecho delicado ,
se esconde voraz
el sexo,
Apetitoso de caricias,
jugoso, dilatado,
encarnado y henchido
como un gran molusco.
A alimentar a diario de peces hombres
como a un sacualo
como a un tiburón asesino.
Ese es el sino de las mujeres libres,
vivir esclavas de los apetitos del animal
que ruge entre sus piernas,
so pena de ser devoradas por éstos.
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