Apura,
sacude vigorosa las alas
de la escarcha de los inviernos
polvareda sucia y densa,
pegada a mi cuerpo de ave.
Al remontar el vuelo al cielo,
se desprenden kilos de plumas, de penas,
de medicamentos miles, inútiles ya
de soledades que ya no son más,
y sonrío entre las nubes ,
ingrávida y libre , celebro el mar,
mi casa a su vera,
la salud nueva, la amistad de un poeta,
el amor de mi esposo.
Y es tan grande mi alegría,
por arañar las luces diáfanas de la aurora,
que río sin parar ,
desde el ocaso hasta tocar la luna.
No todos tenemos la suerte ,
el privilegio
de contar con un gran amor , y un amigo poeta,
de talento excepcional.
Ambos con almas tan grandes,
que no quepan
en mi casa de muñecas ,
repleta de sueños y de libros.
Colmada de amor.
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