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domingo, 19 de junio de 2016

Olvidar la risa, las  ganas de reír sería terrible.
Río hasta cuando lloro,
en los más duros momentos,
los trágicos y penosos de las pérdidas,
se prende la chispa de la sonrisa
que ha devenir en carcajada
 y debo correr hacia algún algún solitario
a desternillar me de ris.
No son nervios, me burlo de la solemnidad
de la tonta importancia que los humanos otorgamos
a los actos mas simples.

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