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viernes, 11 de abril de 2014

María era feliz recorriendo las calles antiguas de su ciudad.
Amaba el mar. Esa libertad indómita , la  admiraba y emocionaba. Ella era semejante a las olas bravas, a la marea baja.
Se sentía parte de esos barrancos escarpados tan cerca al cielo.
Contemplar ambos azules distintos entre ellos pero igualmente hermosos, era su mejor regalo.
Odiaba las reuniones sociales. Las personas que alardeaban de sus propiedades, ropa , joyas.
A ella nada de eso le interesaba.
Solo quería vivir libre y sin importarle el qué dirán.

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