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domingo, 27 de diciembre de 2015

Y tú celebras mi rostro, mi peinado más no sabes leer mi alma rota.
Tiemblo como un avecilla cuando camino por la calle, 
cruzo las avenidas con los ojos cerrados ,paralizada de pánico.
Alcanzo a rastras mi jardín y sin testigos, lloro mi fragilidad.
Por esta maldita enfermedad que me impide gozar de una vida normal y no quebrarme como un cristal, un espejo sin arreglo.


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