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martes, 18 de octubre de 2016

Volver a las arenas del desierto, a los vientos de las tormentas de arena, a sus dunas, mullidos lechos donde guarecerme de la Paraca. 
Caminar en la oscuridad por la inmensidad del desierto es una experiencia inenarrable.
Es enfrentarse a ciegas con un enemigo gigantesco o simplemente perder el rumbo y llegar a un pueblo nuevo, desconocido al clarear el día.
Eso me gusta tanto, conversar con los lugareños que habitan en los arenales y viven de la pesca.
Tomar café cargado recién preparado y pan con pescado sobre una banca con los pescadores es un lujo que pocos aprecian .
Volver a las arenas del desierto, esa es la solución para mi mal, este cansancio físico y mental que no permite que descanse ni escriba. 

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