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jueves, 23 de abril de 2015

Muchas más tardes soleadas y dulces trajeron a muchas más mujeres a rezar las letanías de la cárcel, como ellas las llamaban en secreto . Aquellas mujeres entendieron que existían muchos derechos que aún debían conocer y luchar por ellos en tardes dulces como aquellas.
Y se sumaban una muchedumbre de mujeres que no entraban ya en la pensión de doña Petro. Y fueron descentralizando las reuniones y pronto estuvieron diceminadas por todo el departamento . Nadie sospechaba de aquél grupo de señoras y muchachas tejiendo y rezando . No imaginaron jamás que eran las mismas que visitaban las cárceles los miércoles. Y que aquellos rezos como mantras eran las consignas del líder. Si había algo que admirar en la mujer peruana era su sentido de improvisación y su no bajar los brazos en las peores consecuencias.

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