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jueves, 23 de abril de 2015

Aquella tarde  las campanas echaron vuelo en todas las iglesias, sin que ninguna mano humano las tañiera. ¿ O quizás solo las escucharon ellas en el fondo de su corazón ? Era tal la algarabía que las vivanderas salieron a la plaza en día de semana y los anticucheros y los heladeros ofrecían y vendieron todos gracias a la gran felicidad que los embargaba a todos. Era su primera victoria. Una importante, vibrante que devolvió la alegría a todo un pueblo . Dicen que en la cárcel ungieron a Gregorio de rey y el alcaide se encerró asustado de una asonado justo en el mismo predio. Ni uno ni lo otro. La alegría se vivió distinta , con mayor reflexión pero eran cantos, bailes, aquellos que ya no se podían cantar desde la época del terrorismo , Al final de la jornada, una voz bronca llevaba hacia el cielo las notas claras de Adios Pueblo de Ayacucucho, desde la cárcel, desde la plaza y desde la casa de doña Petra, todos cantaban el himno que  mantuvo cerrado el pico. Ayer no, ayer todos cantámos al unísono y sin ponernos de acuerdo.

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