Tu nombre , Aurelio, lo susurramos cada día, cada amanecer evocando tu alegría de vivir , tu risa.
Eras padre , hijo amado, hermano, amigo de sus amigos , aquél que nunca se olvida.
Tu intensidad por querer beber a grandes sorbos las horas eran tan inmensas como el mar que amabas.
Tu entrega , la pasión por los demás demandó de ti esfuerzos a la edad, en que otros están jugando .
A la juventud, tomaste las riendas de la familia, hiciste de padre, hermano, consejero y sacaste adelante lo logrado por tu padre.
Eres por ello, inolvidable, ejemplar y tu partida nos dejó rotos por siempre.
Sin embargo, tu hijo, tu madre y tu hermana tienen el gran orgullo de haber recibido tus enseñanzas.
Dicen que son los mejores seres los que parten primero, y yo creo que es así.
Se van , para que sus almas no se contaminen, no se corrompan.
Te fuiste en el mejor momento pues brillabas en cada área sea profesional, sea empresarial y donde llegabas eras la luz.
Te fuiste con el alma de niño aún en ese pecho de hombre,
con la ternura a flor de piel y esa sonrisa eterna, imborrable para quienes te conocimos.
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