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martes, 13 de septiembre de 2016

A veces, el esfuerzo doméstico, algo completamente nuevo ,  y la escasez de desayuno  me hacían desfallecer cuando llevaba mi carro de fierro a reciclar. Una mañana caí desmayado en la puerta de una fábrica, con tan buena suerte que me reanimaron con leche. Era la fábrica de leche que me surtía de cartones y de latas. Los compañeros me tendieron , llamaron a la Asistenta Social y ésta al Médico.
Me sentí como si tan bien tratado , que extrañé mi antigua posición . Finalmente ,tomé la resolución de postular a una vacante en esa fábrica, donde no me faltaría atención ni alimento para mi y mi familia. No quise contar nada hasta tener el puesto. A la semana siguiente , recibí la noticia de la vacante y me presenté. Obtuve el puesto de supervisor por mis estudios superiores.
Cuando le conté a Mirtha, me miró raro. Creo que era la primera vez que conocía a alguien con un puesto asalariado .

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