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lunes, 1 de febrero de 2016

A veces,  llego envuelta entre la niebla del alba a sorprender a mi extraño amante.
Lo encuentro panza arriba, añil a veces, otras verde, somnoliento. 
Da vueltas sobre sí mismo y veo su sexo inmenso carmesí ,como el de las criaturas de la selva.
Me acerco de puntillas , beso el centro  mismo de su placer, con los labios, lo mordisqueo suave.
Retumba el bosque, cuando tiembla de placer, tiembla mi cuerpo desnudo de puro deseo y con una garra me toma. Se inicia el ritual de la carne y la sangre, el infinito deleite que nunca es igual, que siempre sube de nivel , hasta que mi garganta enronquece ,  hasta que pierdo la voz. 

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