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martes, 13 de enero de 2015

Y desde aquél día,
busco la caricia de su voz
escondida en  cada pliegue de mi piel
de yegua.
En cada fibra descoyuntada,
abierta , ofrecida ,
en los cuajos nuevos
de cascadas, riachuelos,
bosquecillos crecidos
al rocío de mi placer.
Alto follaje perfumado
que me consuela 
de la ausencia infinita
del   sonido articulado
desde las entrañas hasta la punta de 
los labios 
de unos versos de  poeta.

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