Aúllo, como un animal herido,
camino en cuatro patas,
pues mi condición humana
la perdí en noches afiebradas de amor.
Me inmolé a la oscuridad
por matar a un mal amor,
que succionó mi sangre,
bebió de mi sexo,
y huyó como un cobarde,
tumbada yo en el pasto
húmedo aún,
de los rocíos del placer.
Mi salvación es recorrer las noches
en pos de sus ojos extranjeros.
Arrancarlos de cuajo y devorarlos.
Masticaré lentamente las pupilas, sus líquidos aquosos.
Lo dejaré tumbado en nuestro pasto,
tierra extranjera para él.
Mis noches volverán a ser reposo.
Mi cuerpo desnudo desasido de su maléfico encanto
recobrará forma humana.
Llegará el olvido como llega el ocaso,
manso y hermoso.
Manso y hermoso.
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