Desenredo el fardo , con el que ataron mi cuerpo.
Desnuda , sobre el lecho, repaso con las yemas mi cráneo irregular .
Cabellos arrancados desde la mata del arbusto , huecos,
vacíos en mi cabeza. Dolor y fealdad.
Descubro azorada , de pronto, sorprendida , emocionada algunos pelos intactos con la misma fragancia nítida y placentera del arbusto.
Tanto enredarme en él, tomaron el olor y color.
Aquellos cabellos se salvaron inhiestos del desastre.
Los abonaré con agua y especies, crecerán fuertes.
Mientras mi cuerpo se laxa, olvida el estupor a la fragancia bendita,
Esta invade mi habitación, corre por mi torrente sanguíneo,
y soy una con ella y pronto seremos un bosque .
Yo colgada de las ramas, oculta y bebiendo de las flores delicadas de mi arbusto,
que pronto será bosque y vivirá en mi habitación de paciente.
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