Y me dejaste gritando, chillando como una loca,
encima del muro del malecón.
No pensaste que yo quería morir en ese momento,
ser una con las olas azules que chispeaban en lo profundo del abismo.
Si de algo estoy segura es de morir por mano propia estrellada contra las rocas de ese amado malecón.
Caminar leve, tomar impulso y caer rotunda al fondo del mar.
Alguien verá mi cadáver , lo seguirá con la mirada, nada más.
Ni la policía tomará el caso con atención.
Y no pienses que morí por ti.
Me muero porque no logré escribir la obra maestra, aquella que me diera el placer absoluto.
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