Mi esposo, entra, duerme a ratitos, sale otra vez.
Vuelve a almorzar, dice - que se siente mal-descansa,
Vuelve a la puerta, la abre , se despide.
Es domingo.
Nada reclamo, nada me interesa menos que reclamar.
Es su alegría ser libre,
y la mía.
Yo escucho a Calamaro a todo volúmen.
Uso un pijama nuevo.
Soy libre y feliz escuchando música y celebrando la historia de las revoluciones universales.
Ese tema me apasiona.
A mi esposo , no.
El está ya lejos.
Cruel sería someterlo al video de la doctora.
Amoroso es abrir la puerta,
ver sus pies ligeros tomar la avenida, doblar la esquina.
Festejar el día cada uno celebra como sabe,
como puede.
Por la noche , dormimos y hablamos de nuestras respectivas vidas autónomas, como deben ser.
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