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martes, 27 de enero de 2015


¿ Sería un abuso,  caminar desnuda con el cuerpo cubierto de esporas verdes?
No, no  era importante. No pensaba en ello, tampoco Total, la gente vivía cada uno en su propio mundo. 
Hacía horas que  recorría los parques  con el mechón largo verde sobre los ojos, la cabeza hirsuta ,a medio crecer , como un follaje  y  una espinaca madura. Aspiraba embelesada la amada fragancia,
los párpados entrecerrados, los labios pulposos y verduscos,
Era tan agradable caminar sobre la yerba con un júbilo renovado luego aquél fin de semana violento, cruel.
Los otros pacientes habían perdido el interés en el aroma del follaje ,una vez lo cortaron de cuajo, 
ella, en cambio,  atesoraba una parte  del arbusto en cada espora de su piel , huesos, su propio cuerpo era del todo vegetal.
Se había convertido en una verdadera maestra jardinera, una horticultora, experta en injertos de variedad de hierbas revividas.
Sabía que a  cada paso despedía un aroma tentador y extraño.
Los pacientes  seguían con la nariz  su recorrido por los parques de la clínica y tuvo miedo de pronto.
Temió ser devorada, atacada por algún paciente con ansiedad repentina por el aroma.

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