Mis parpados tintinean.
Bajo su delicada protección,
mis pupilas corren a esconderse,
de otra noche sin estrellas,
otra boca oscura que me devora,
huesos, piel, falanges, falangitas
toda todita entera,
succionarme, hasta quitarme el sabor,
escupirme luego en la vía láctea,
en la marea gigantesca de lo desconocido.
Y dónde quedaron tus arrestos de gata ,
tu agilidad?
Me medican con una píldora, y camino lento, y no soy más yo.
Si no, de una sola patada, ya hace rato hubiera destrozado las paredes
que me contienen y no permiten mi libertad.
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