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martes, 13 de enero de 2015

Anda, recorre los bordes
turgentes de mis pliegues,
mis orillas circulares.
Descubre nuevos
 límites espaciales.
Derrama   mieles en mi cuerpo
 No hay ojos, 
manos, yemas, 
solo sentidos 
ansiosos.
Es tu voz poderosa
La memoria
invocando,
rodeando, 
mis tobillos ,
cercando con el aliento 
 mis muslos
detenido en mis caderas oscilantes
conquistando, 
seduciendo
 a  la orden del verso
declamado 
con la fuerza de un titan.
Y no necesito más guía
que el recuerdo del poema
aprehendido , 
saboreado,
deglutido
a alcanzar el violento estallido
sugerido en tus letras,  Poeta,
mil sucesivas convulsiones
animales 
de goce absoluto,
pleno, de soles ardientes
derramados sobre mi piel
de seda , de poros vivos,
de bocas abiertas al grito,
al tacto.
Al placer
sin un solo dedo ajeno 
encima.



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