Anda, recorre los bordes
turgentes de mis pliegues,
mis orillas circulares.
Descubre nuevos
límites espaciales.
Derrama mieles en mi cuerpo
No hay ojos,
manos, yemas,
solo sentidos
ansiosos.
Es tu voz poderosa
La memoria
invocando,
rodeando,
mis tobillos ,
cercando con el aliento
mis muslos
detenido en mis caderas oscilantes
conquistando,
seduciendo
a la orden del verso
declamado
con la fuerza de un titan.
Y no necesito más guía
que el recuerdo del poema
aprehendido ,
saboreado,
deglutido
a alcanzar el violento estallido
sugerido en tus letras, Poeta,
mil sucesivas convulsiones
animales
de goce absoluto,
pleno, de soles ardientes
derramados sobre mi piel
de seda , de poros vivos,
de bocas abiertas al grito,
al tacto.
Al placer
sin un solo dedo ajeno
encima.
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