Evoqué aquellas tardes de estío,
entre el sol y los abismos,
tú me hacías tuya,
como las aves o los frágiles árboles
arriesgando la vida,
escandalizando a los pocos seres
que empinaban para ver mejor
el espectáculo del amor adolescente,
la primera pasión mordiendo la arena
de aquél descampado,
Nosotros creíamos que era el cielo,
y hasta hoy creo , que a pesar de los kilos de cemento
y las flores ,
la polvareda, el cielo existen sin edad
pues fue allí donde te entregué mi alma
el sino de mis pasos ,
No hay comentarios:
Publicar un comentario