Los puñales son de plata y relucen al sol,
brillan cuando ven cerca a una presa por atacar .
Resuenan además con un tintineo nervioso si la pieza es buena.
Yo debo abrir los cajones, mantener afilados los puñales que han de atacar.
A la hora de la verdad, ocurre todo como un ballet coreografiado.
Los puñales bien servidos, las manos libre de todo rastro.
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