Tuve miedo pero no huí
era el deseo ciego por aquello
dulce y peligroso,
tentador y de un
encanto embriagador.
Quedé presa de su locura,
mi cuerpo aprendió miles de formas
de darse placer cuando él no estaba conmigo.
Vivía , respiraba, dormía por horas arañando su recuerdo.
Me llevaron a una clínica a curar la obsesión.
Luego vinieron otros.
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