Nadie pregunta
nadie se interesa
pero observan en silencio,
comentan en las esquinas
mi piel diáfana,
la cabellera de fuego
una sonrisa bobalicona
como si el verano hubiera apresado
mi cuerpo y espíritu,
desde aquél instante hasta hoy mismo.
Espero volver a encontrarme con el cometa
algún día y mostrar las huellas de su paso por mi ciudad.
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