Descubro manchas de sangre del cobarde en mi propia ropa.
Desnuda, refriego vigorosa mi cuerpo con un cepillo de cerdas,retiro cualquiier partícula, que aún me ate a él.
El agua tibia amansa las emociones,
más crece desde mis entrañas un súbito júbilo,
el canto de un ave recién liberada .
La curiosidad malsana guía nus pasos frente a la casucha del cobarde,
La policía interroga, ellas no saben, nunca vieron nada.
Guardo el arma bajo la almohada , duermo plácida,
la labor cumplida.
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