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viernes, 5 de junio de 2015

todos rehusamos vestirnos con aquellos uniformes
las señoras de la arena corrían apuradas tras cada uno de nosotros
para taparnos con toallas y vestirnos como si nuestra virtud
si fuera en ello
el mar frío había despertado un espíritu rebelde
reacio a toda medicación
 las paciente despertaban al unísono de un letargo profundo
de pronto eramos sanos y salvos 
hasta demostrar lo contrario 
o niños desamparados que buscaban a su madre a su perro
perdidos según el caso
 yo amaba mi duna
 el persistente rocío de arena tibia sobre mi rostro
deslizandose sedoso por mis hombros entre mis senos 
 besando mis labios
era entonces cuando el demonio soplaba ideas malignas en mi oído
tentación- eso decía el cura confesor - pero yo no le creo más
algo tan bueno  tan a gusto de la piel y el cuerpo no es pecado
eso le dije me mandó rezar tres días seguidos el rosario,
yo que confundo el ave maría con el credo con la música
 me gusta tanto bailar.
Eso no se hace padre le dije ampollas en mi rodillas lindas.
el resto no lo cuento pero  sí rezo solita antes de dormir 
si hablo con dios que sé me escucha.
nada de curas idiotas pecadoras seré maría la ondé
que tiene esa negra que amarra a los hombres.

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