Anda ve tú, respinga la nariz ,
huele los miasmas de todo el infierno
y vuelve a mi,
deshecho de alma,
tu piel como tambor ennegrecido
cae redondo a mis pies,
No desafíes, no juegues con fuego
Yo conozco bien aquella caverna
sus divisiones cruentas,
las parrillas ardientes
sobre las que danzan los incubos.
Demonios de todos los colores,
de maldades infinitas , poderes absolutos.
Claman insaciables a grandes voces por la sangre ,
el alma de aquellos atrevidos,
aventureros , como yo, que por conocer
el mundo oscuro quedé atrapada ,
sometida a terribles perfidias.
Escapé , así como ingresé
burlando demonios y trampas
chamuscada , asfixiada ,
el alma presta a devorar a un incubo tras otro ,
más astuta que satanás,
seductora, e irresistible con la sapiencia demoníaca
a inducir a los hombres
a caer en el pecado de la carne.
Una diabla caminando entre los seres
del mundo.
Una vida más para purgar los pecados
adquiridos en aquél encierro infernal.
Por hoy, selecciono mis víctimas entre los viajantes de comercio
y los peatones del barrio aledaño, nunca en el mío propio.
Tras la corva, guardo el puñal.
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