Era muy dulce retirar el tabaco de los labios de su padre mientras el sueño lo derrotaba poco a poco.
Ella se sentía dueña de un poder inconmesurable , el de proteger al ser más amado de sí mismo.
A veces, el padre medio dormido le hacía la lucha y no quería soltar la lumbre y escupía.
A ella no le importaba quemarse las manos , si era necesario, pero llegaba a alcanzar el malhado tabaco muy al fondo , casi en la garganta. Y tosía mucho, se atoraba , escupía pero a ella nada la tomaba por sorpresa. Tenía listo el vaso para los dientes postizos y otro vaso de agua en caso ahogos.
Su padre era el motivo de su vida. Desde niña velaron uno por el otro. Ahora ella sentía verdadero placer en ocuparse en los detalles más escabrosos, más nimios del que una vez fuera el guapo doctor.
Total, ella no se había casado esperando el momento para dedicarse en cuerpo y alma a él, como era este el momento tan ansiado por años.
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