Echas el cuerpo, el cuello, la cabeza, los párpados
entrecerrados
hacia atrás
en el afán de paladear,
un sabor diferente
en cada bocanada de lumbre
el humo disparado por tus labios tersos
saborea el placer diarios del rito sagrado
solo para los iniciados
para aquellos elegidos en el arte de fumar
cuyo secreto está a salvo
en el pacto silencioso
entre seres como tú
y sus mujeres
como yo.
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