nos gustaba espiar a las mujeres de las dunas
mirarlas sin que ellas se dieran cuenta
escuchar a través del sonido del viento de las olas
adivinar inventar diálogos que explicaran su hablar su caminar
su chillar muchas veces sin razón para nosotros niños jóvenes enamorados
cada uno de una de las señoritas y señoras tendidas cuan largas eran en la playa
de la arena blanca.
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