Ella quería recorrer las arenas doradas brillantes relucían como oro en aquellas tardes cálidas.
Correteaban libres por las dunas, por las hondonadas la mirada fija en la arena.
¿ Qué sería de ellos si encontraban oro?
Nada cambiaría, pensaba la mujer . Una pepita es tan solo una muestra, no una veta.
Ella siempre práctica. Y lo único que realmente les interesaba era seguir viviendo al lado de la playa, junto a su tibieza , a los días cálidos de invierno cuando el sol hacía el milagro de brillar rotundo en un cielo rabiosamente celeste, como en verano en pleno agosto
No podría pedir a la vida más que vivir mis días de invierno bajo el sol cálido y la arena tibia de esta playa, riendo tomada de tu mano.
Días y tardes luminosos en invierno, caminando al lado de un mar salvaje.
Creo que hemos encontrado al fin nuestro lugar, aquel donde somos los reyes y nos sentimos como tales. Es el lugar que nos acoge en su tibieza y nos enciende en su luz solar.
Parece que hemos llegado a nuestra morada final, al sitio donde nos sentimos uno con la naturaleza.
Y bendecimos a Dios, a los dioses por nuestra gran suerte .
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