la mujer de risa solitaria se ha puesto en pie
como solo una reina lo hace
elegante sin ensuciar de arena su blusa breve sacude mil veces el cuello, los pliegues
hasta casi enrojecer sus pequeñas manos francesas
el busto soberano, peina con las yemas la cabellera larga su hermosa mirada azul
y ese porte distinguido medio desnuda por la brisa el viento
el rostro embarrado por el azote persistente de la arena mojada
yo sí le creo
ella es reina aquí o en los mundos cósmicos galaxicos
que reclama para sí
con el perdón de los presentes o ausentes
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