Resopla ,estornuda , transpira sal a raudales, mi yegua blanca.
Inmóvil, sus crines sucias de tanto sudor, los ojos entornados,
húmedos de tristeza.
los dientes apretados.
Sufre en su piel desgarrada, en cada músculo maltratado.
Los dientes acerados de aquellos lobos penetraron feroces
en lo profundo de los músculos
deshilacharon sin piedad su piel de seda.
Cuanta fiereza contra ella, quien no conoce la maldad.
Acaricio su lomo, la fiebre no cede.
Debo aplicar una inyección contra la infección.
Qué soñará mi bella yegua blanca , qué caminos de ensueño recorrerá cuándo olvida el dolor, por un rato.
A pesar de las heridas, sé que ella añora galopar libre por los campos dorados,
ganar rauda la carrera del domingo.
Queda quieta, gimiendo, los otros caballos la rodean.
Ellos no quieren salir hoy sábado gris de cielo plomo.
Cuidarán a su amada yegua blanca,
quien les enseñó la felicidad , la libertad y el coraje.
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