Despierto inquieta , con el resoplar de mi yegua blanca.
Adolorida , las heridas abiertas durante la carrera, los fuetes de los jinetes en sus partes pudendas.
Ella permanece a mi lado, estoica, mueve la cola.
Aquellas mordeduras de los caballos competidores, los futazos son para ella el mal menor.
Su galope de campeona permanece en las retinas de los presentes.
Nadie olvidará la carrera de ayer.
Sufre , más sus patas nerviosas quieren salir a cabalgar.
Sus ansias de libertad superan cualquier dolor.
Así es ella, imbatible, rebelde, no se rinde nunca.
Sangre de campeones de pura raza fluye por sus venas.
Cabalgar libre por la comarca , conmigo sobre la grupa.
Respirar el aire limpio, nuevo del alba.
Las primeras luces sobre su pescuezo, el lomo blanco es luz iridiscente de mil colores .
Los campesinos nos saludan agitando sus sombreros , acariciando su lomo blanco,
la piel de durazno de su pescuezo blanco.
Ella relincha feliz por el cariño sincero de los labradores
Corcovea, se para en dos patas.
Coquetea mi linda yegua blanca que de tan blanca es azul.
Ya olvidó sus heridas, las mordeduras de los otros caballos,
el ruido ensordecedor del público.
Emprende de pronto un pique de carrera , palmeo sus ancas.
Parece que quiere volver a las pista.
A entrenar para la próxima carrera.
Nos observan a la distancia.
A mayor celeridad, las patas ligeras, de mi yegua blanca,
son solo un punto .
Una luz fugaz blanca y azul iluminando la clara mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario