La aurora estalla en el cielo, iluminado con mil rayos la mañana.
Ilusionada, bajo al establo a saludar a mi Blanquita.
Al verme , mueve la cola de crines tan blancos, que son azules.
Acaricio tierna su cabeza , compruebo que la fiebre ha cedido.
Las heridas cerraron, quedan cicatrices como un recuerdo triste en su hermoso pelaje blanco.
Calzo las botas, me apeo a su grupa.
El pasto verde intenso , luce al sol más hermoso que nunca.
Mi yegua relincha de gusto al oler la libertad.
Cabalgamos a paso ligero,
tan solo un paseo para darle gusto.
La fiebre ha hecho mella en su fortaleza.
Poco a poco con mis cuidados volverá a ser la misma yegua indómita,
la pura sangre, la campeona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario