El día canta al sol.
Las aves pían , ,
las nubes son motas , blancas en el cielo
como algodones dulces de feria
Paseo con mi Blanquita por sus lares favoritos.
Deseo que recupere su alegría después del ataque de aquellos lobos malos .
Aún está débil, no la fuerzo a cabalgar lejos.
La guío hacia sus campos dorados,
donde las espigas de trigo se mecen al viento.
Bajo la higuera amada, como de a pocos los higos dulces.
Su apetito ha disminuido, así como sus fuerzas.
Baja el hocico, juega con las espigas .
Está desganada, tiene miedo. Lo leo en sus ojos.
Lo siento en el temblor de su lomo.
De camino al establo, nos encontramos con el potro galán.
Es entonces cuando mi yegua blanca, olvida lo ocurrido y empieza el ritual de seducción, corcovea ,
se para en dos patas,
baila, los cascos ágiles llaman la atención de aquél potro.
Era la soledad , su tristeza.
La libertad añorada.
En unos días hablaré con el dueño del potro.
Es tiempo de amores para mi hermosa yegua blanca,
que de tan blanca es azul.
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