Abrazada al pescuezo de mi hermosa yegua blanca. recorremos las tierras altas.
Ella conoce los lares escondidos, sabe de mi tristeza , desea llenar mis ojos de colores nuevos.
Así mi alma saltará de alegría, liberará de penas.
A trote ligero trepamos al monte.
En sus faldas, un valle tan verde ilumina mi vista, los trigales amarillos, verdes , mostaza alegran mi alma
de ilusiones nuevas.
El paisaje es tan hermoso como nunca antes conocí.
Los puquiales, purísimos bajan de la sierra , riegan las yerbas altas verdes, mostaza.
Manzanilla, yerba luisa, orégano, yerbas aromáticas, de fragancia intensa embriagan mis sentidos.
Tomo un puñado de yerba luisa y otro de alfalfa para mi yegua blanca, que mastica , ensucia el hocico de color verde oscuro.
Creo estar en el paraíso .
Ante tanta belleza, que quita el aliento, me tiendo sobre las yerbas para aspirar la vida con fruición.
Mi yegua pasta a su gusto en aquellos lares que solo ella conoce.
Aquellos donde crecen las yerbas curativas, que hoy, mi yegua adivina de penas, comparte conmigo.
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