Antes del estallido de la aurora, mis caballos relinchan nerviosos. Protestan por salir apurados a cabalgar libres.
Me apeo a mi yegua blanca, que de tan blanca es azul , aderezada de cascabeles y lazos.
Ella encabeza la manada hacia los pastizales , las yerbas crecidas, húmedas por el aguacero de ayer.
Los potrillos divertidos buscan hongos sucios, amarillentos de lluvia.
Amplios, como sombrillas al ras de la tierra.
Algunos hongos son venenosos.
Son las yeguas. quienes escogen con con el olfato ,los frutos buenos.
Las crías disfrutan masticando , escupiendo, jugando entre ellos.
Otros lanzan el pedazo de hongo con el hocico a otro potro .Este lo toma y a su vez, lo arroja a otra cría.
Ninguno se atreve con los caballos de pura sangre, ni con mi hermosa yegua blanca.
Son juegos de potrillos recién paridos ,que apenas se sostienen sobre sus patas.
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