Cae la tarde, debo dar inicio a la tarea más difícil .
Arrear a la manada a su establo.
Ellos relinchan contrariados.
Quieren seguir a sus anchas , pastando a la caída del sol
en el campo dorado.
Me apeo a la grupa de mi yegua blanca , y tras ella siguen mansos los caballos, los potros, las yeguas , sin oponer resistencia .
Mi yegua blanca es maga, por las noches baila sobre la luna y ejerce un poder especial en la manada.
Solo ella conoce de caminos de flores donde lleva a pastar a los potros.
Qué será de mi, cuándo ella parta , o tenga que parir crías.
No soportaría escuchar sus gemidos de dolor.
Disfruto por el momento de su romance con el cielo, las estrellas, los luceros.
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