A ti , escritor de crónicas,
que encienden mi piel de melaza.
Atiende mis razones.
Las aves rondan mi cielo.
Escuchas el batir poderoso de sus alas ?
Tú no conoces el horror ,
el espanto de las aves de rapiña,
filtrándose como baba
bajo de mi puerta,
por cualquier ventana.
Nunca estoy a salvo de sus ataques.
Caen en picada, los picos abiertos
a devorar mi pecho.
tiznar de gris mis días.
Es a mi a quien buscan.
Tú no las ves
Cruzan mi rostro,
de un picotazo.
Ensangrentada,
chillando de dolor,
deshago mi cuerpo,
hueso por hueso,
lo desvisto de la piel ,
que lo habita.
Guardo los huesos en un cajón
bajo la cama.
Acomodada ,en secreto
Estoy a salvo.
Nadie ve a las aves de rapiña
alrededor de mi cielo.
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