Y ese sueño reparador la devolvió a los senos soberbios, terribles exitantes de Alida , a su pescador abandonado como quien come, eructa y sin dar las gracias y se va. Y bueno, Dámaso. a él lo vió danzar alrededor de una hoguera y lanzar arengas políticas junto a su padre.
Ellos eran y fueron los afectos de un pasado que en sueños dejaba atrás.
Ahora tocaba continuar la marcha sin ninguna atadura que apenara su alma, solo servía la rabia , una cólera intensa a la hora de actuar .
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