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viernes, 6 de marzo de 2015

Eran tiempos de duros entrenamientos militares.
Con el arribo del segundo contingente de camaradas, el grupo podía  considerarse un pelotón.
Antes de las primeras luces, hombres y mujeres escalaban los cerros más alejados del poblado a paso redoblado. Iban abrigados hasta las narices,  pues el frío de la altura calaba los huesos.
Nina, sabía de su constitución frágil y se esforzaba en no dar muestras de debilidad ni cansancio.
Gritaba los lemas a todo pulmón hasta que la garganta raspaba y sangraba.
Sus pies, acostumbrados a la caricia de la suave arena terminaban heridos, llagados.
Dámaso temía por ella y por la conveniencia de su estancia entre esta gente curtida, nacida en las alturas inhóspitas de la sierra .El se jugaba el éxito de la misión protegiendo , curando sus llagas.
Nina se entregaba a las maniobras sin queja alguna. Cargaba los pertrechos sobre su espalda frágil con el  coraje  de una  militante cualquiera . Ella conocía muy bien sus limitaciones.Nada ni nadie limitaría su participación ni apartaría de la misión que llevaba escrita en la frente y en el alma .
Lograr una sociedad más justa no era un simple capricho ni el impulso de una niña. Sus convicciones estaban claras desde su más tierna infancia. Si su origen , el físico no era el ideal, ella estaba dispuesta a herir sus manos al frío de la puna y fortalecer sus músculos trepando los montes una y otra vez, con el ahínco de una atleta, con la convicción de una revolucionaria.
Las fricciones con Dámaso  por sobreprotege a quien para él era su princesa , la molestaban sobremanera. Además, las camaradas bromeaban al respecto y ya había tenido un conato de riña con una de ellas, quien se burló de la " Limeñita" Cómo hirió su amor propio.
Ella se refugió muy lejos, donde nadie la escuchara y lloró. Lloró a gritos, no recordó bien pero llamaba a su padre en su pesar. Y juró ante una roca que nadie nunca más la humillaría por su extracción. La próxima vez , la camarada que se atreviera con ella conocería la fuerza de sus puños en el mismo rostro. Así, bien marcada, quedaría su huella como ejemplo para las demás.
Por otro lado, ella redoblaría su preparación física y se alejaría de Dámaso y su amor protector.
En tiempos de guerra no hay lugar para ese tipo de relación de sujección . Mujeres y hombres son autosuficientes en el combate. 

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