Nina se sintió , de pronto, bendecida y emprendió una carrera por los campos como cuando corría por el antiguo lugar. Ya no sentía pena alguna. El olvido se había disipado con las miles de horas en aquellos buses sin llorar, obligándose a no dejarse caer en el papel de víctima.
Al contrario, ella era la superviviente de una masacre y esta mañana lo celebraba desnuda correteando bajo un sol ardiente entre los pastos más verdes que jamás vió.
Su vida continuaba y le esperaban aún retos grandes por cumplir.
Mientras en su país, la pobreza y la injusticia fueran una constante , ella lucharía hasta el final de sus días. Ese era el motor , el motivo de su vida.
El cielo encapotó de prontó y gruesas gotas de lluvia empaparon a Nina desnuda. Tocó la puerta de una humilde casa , quienes le dieron posada hasta que amainara la tormenta.
Supo de sus bocas, mineros despedidos , las cruentas condiciones de trabajo impuestas en aquella mina. Del desprecio por la salud de sus trabajadores, de la inseguridad de los socavones .
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