Aprendió a convivir con la realidad política en la Uni.
Al costado de un rector sabio y sus amigos científicos.
Supo de sindicatos. De violencia política
De familiares de presos que pedian un espacio para vender la artesanía de sus presos.
Aprendí que la muerte llega con una llamada telefónica.
A la salida de su casa, Sendero mató al Secretario General de la universidad.
En San Marcos celebraban el Día de la Heroicidad en junio.
Fue con su pareja a presenciar el acto anunciado por el Ministro como de gran riego.
Y nunca en todos mis años de organizadora de conciertos vio un escenario tan imponente.
Una mujer pequeña arengaba furiosa.
A sus pies en filas ordenadas y uniformadas, las camaradas.
Tomé asiento y una de ellas me hizo parar en un respingo.
De pronto, vi tanques en la puerta de salida de la Av. Universitaria.
El pánico nos hizo escapar en carrera hasta la puerta de la casa de una amiga en la Av. Colonial.
Luego supimos que habian entrado y habían apresado a los presentes.
Una vez más estaba salva.
En este país la policía cree que las princesitas somos incapaces de ser algo más que señoritas.
Hasta que cayó mi amiga.
La bailarina frágil y leve.
La sentenciaron a cadena perpetua solo por custodiar la casa del jefe del terror.
Hoy sigue presa.
Los jefes gozan de prebendas y los demás jerarcas, libres.
Los camaradas también traicionan.
Dura realidad que me negué a aceptar.
Partí lejos de ellos.
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