El bus subía sedoso por colinas verdes, trepaba con esfuerzo por montañas escaropadas cada vez más altas, cuando Nina sintió que la cabeza le estallaría en cualquier momento. Le faltaba el oxígeno y unas arcadas doblaban su cuerpo.
El chofer no alcanzó a escuchar su voz suplicando detuviera el carro. Nina arrojó en medio de todos los pasajeros, se desmayó luego.
Despertó ya noche, la ropa sucia ,más alguna buena mujer le había limpiado el rostro, los cabellos, y habían baldeado el omnibús. Nadie tomó a mal su exabrupto. Soroche se llamaba o mal de alturas.
Era su primera vez y Nina sufriría de muchos más cada vez que se acercara a los asientos mineros.
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