Y ante la tersura de esos campos verdes , Nina volvió a sentir el deseo de ser libre.
Una a una, arrojó sus prendas hasta quedar totalmente desnuda y rodó por el campo como una rueda,
como una flor silvestre sintiendo el placer de los rayos de sol sobre su piel.
Era ella , nuevamente, la muchacha despreocupada, amante del goce de su cuerpo , de su sexo húmedo , renacido, como si toda su piel hubiese vuelto de la muerte y clamara por el goce, gimiendo, dandose volantines en la yerba como una niña
Tomó sus senos turgentes, los acarició , luego de tantos meses que no deseaba, no podía recordar.
Y éstos respondieron complacidos y con una mano se dedicó a los pechos henchidos y con la otra bajó hacia su sexo , que crecía poderoso. Su orquidea devoradora volvía a cobrar vida.
La vida renacía en su cuerpo y en medio de la tersura del campo , su sexo , el cuerpo entero se estremeció dos hasta cuatro veces , en ramalazos nuevos, diferentes. Como era costumbre, un ataque de risa se hizo presa de la chica mientras ella terminaba de sentir los últimos estertores placenteros del extasis.
Más tarde, subiría al asiento minero, Era tiempo de conocer la relidad de las minas y si tenía suerte a Santos.
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