El chofer anunció el final de su parada. Y Nina, desconcertada, no supo si bajar allí mismo o continuar el viaje, Ella lo venía pensando el viaje entero pero de pronto se bajó en aquella ciudad de la sierra. Debía conocer primero , saber con quienes debía tratar , había pasado tiempo en una realidad ajena para presentarse ignorane de todo entre sus nuevos camaradas .
Se despidió con un sonrisa amplia de su compañeros de viaje , compró unos cuantos diarios y ya había averiguado unas cuantas posadas pobres pero limpias.
No quería tampoco llegar a hostales para gringos que únicamente van a drogarse pues son peligrosos, por demás
Y veía por las calles muchos de ellos muy esmirriados, sucios, esclavos de esa maldita adicción.
Llegó a casa de una pareja que regentaba una posada destinada a comerciantes. Servían desayunos y se preciaban de tener agua caliente, Nina sonrío al imaginar una ducha caliente , un buen desayuno luego de tantos meses y sin más, pagó por adelantado.
Aquellos señores eran amables, buenos comerciantes y vieron en la muchacha a una estudiante de Lima a quien ametrallar de preguntas sobre la capital, en especial , la señora .
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