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miércoles, 12 de marzo de 2014

María era una exploradora de calles,  en solitario.
A nadie, ninguna de sus amigas sentirían la fascinación de oler el cemento fresco de El Porvenir. Las caras de los artistas de Bellas Artes.
Poco a poco, se fue distanciando de sus amigas y dedicando su tiempo a leer y explorar.
Una tarde inolvidable llegó a La Quinta Heeren en Barrios Altos.
Un amigo médico la  citó, pues quería compartir emocionado la belleza que había encontrado de casualidad. El era escultor y médico.
Yo conocía la famosa Quinta Heeren desde niña , cuando mi madre nos llevaba a mi hermana y a mí a ver a Keitel, un famoso artista. Mientras mi mami trataba con el artista, corríamos por esos hermosos jardines y yo ya admiraba  los palacetes y en silencio me prometía volver a perderme y vivir en uno de ellos.
Mi hermana no gustaba de esas aventuras estrafalarias pero la emoción del encanto del lugar  fue demoledor  cuando volví con mi amigo. No pude reprimir las lágrimas. Sentía como propio ese lugar mágico , como si yo perteneciera a ese sitio, me hubiera criado en sus jardines enquistado en  los suburbios más peligrosos de Lima , Barrios Altos.
Nunca pasó nada grave , creo que por la adrenalina que despedía mi cuerpo y me hacía inmune a perros y asaltantes.

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