Alicia no durmió bien. La angustia , la ansiedad rompían su sueño.
Estaba irritable, tanto que ni ella misma se aguantaba. L suplicó por sus medicamentos y era mejor ir acompañada de él, por la mañana temprano.
La verdad que su relación no iba bien. Su esposo clavado en la computadora y ella, deprimida.
El, a manera de muestra de buena voluntad, le regaló unidades de tranquilizantes y una tira de antidepresivos. No sabía si su mejoría instantánea era producto de la sugestión, pero volvió a sentirse bien. La verdad es que temía que su esposo se cansara de ver una mujer tumbada en la cama.
Y ahora ella escribía y esperaría un tiempo para leer el diario , ponerse al día , luego de una semana fuera de este mundo. O mejor dicho, viviendo en las catacumbas de la tristeza y el desgano. Sonreía por primera vez. Y esa había que celebrarlo.
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