María saltaba de felicidad. Por fin, esperó tanto, se había fundido en un abrazo estrecho con Ana. Conversaron sobre tantas cosas. Ella le confesó que cada paso que dio en La Plata fue como un beso a su gran amiga, museóloga y confidente. Le estaba haciendo un gran favor y la nostalgia por ver a Ana, era añoranza, dolor por la distancia , cariño intenso y un sentimiento que no se olvida cuando has compartido pobreza y riqueza, penas pero por sobre todo risas.
María buscaba ahora desesperadamente la página que le dedica a Dulce Bis Bis. Quizás en google
sería más fácil encontrarla y enviársela .Ahora se verían seguido. María la visitaría cada vez que pudiera y quizás algún día podría volver al departamento del parque. No había que forzar las cosas
Nada la haría más feliz, María era una campanita repicando al vuelo, saludando su reencuentro con su hermana a prueba de balas.
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