Alicia era consiente que desde el lunes siguiente debía retomar sus actividades normales.
En primer lugar , trataría hoy de espiar la calle desde las celosías de su ventana. A manera de terapia.
Bañarse del sol tibio que alumbraba la calle. Hacer un esfuerzo. Bañarse y no dejar de ser atractiva para él. Su esposo era un amor. Comprendía su enfermedad, eso decía , además él aprovechaba las tardes para estar con sus amigos. Cada una de ellas.
Ella había pasado a ser como un mueble, un ser viviente que duerme o se hipnotiza con la tv desde el amanecer o al regreso de él, agotado de tanta calle, de tanta vida.
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